El Sendero

Es tan difícil decir lo que piensas… No hay nada peor que tener que decirle a un amigo algo que hace mal, aún peor es decírselo a alguien que no conoces demasiado; pero nada peor es tener que expresar tus sentimientos hacia alguien. Cuando éstos son de condición amorosa, la situación se agrava de forma extraordinaria. La dificultad surge de los temores más arraigados a nuestra personalidad, no es cierto que nuestros complejos vengan determinados por nuestro físico, si no que vienen predefinidos por nuestra personalidad, lo cual es peor porque serán mucho más complejos.
Nuestro físico es algo relativamente fácil de variar, en cambio nuestra personalidad está forjada por las influencias culturales que hayamos recibido a lo largo y ancho de nuestra existencia. Modificar lo que ha costado una vida crear es una ardua tarea, un tortuoso recorrido sobre una alfombra de espinos que, a cada paso, nos incita a abandonar, a regresar al punto de partida antes de sufrir más; pero percibimos que cada paso que avanzamos nos retorna la confianza y nos sentimos capaces de avanzar un poco más. Lo más sencillo es regresar, pero deseamos continuar. En este punto, escogemos la opción que nos parezca más adecuada: si regresamos, si damos marcha atrás, cada huella en el camino quedará grabada en nuestra mente y por cada una de ellas pensaremos en lo que pudo ser y no fue; por el contrario, si proseguimos por el sendero del progreso personal, cada vez que miremos atrás nos volveremos a plantear la dirección que debemos tomar y cada paso adelante nos hará olvidar un temor.
A medida que avanzamos, sentimos el triunfo del espíritu de superación, que nos acorta el camino remolcándonos hacia la meta. Pero queda la última prueba, la más dura y arriesgada, debemos intentar poner en práctica la teoría aprendida en cada paso, enfrentarnos a lo que tememos y, fuese el resultado que fuere, seguir adelante. La respuesta positiva nos propulsará a la meta, aunque no debemos pensar que una negativa nos empujará fuera del sendero, sino que si la podemos superar volveremos a arrancar con más fuerza, olvidando las heridas y saltando por encima de cualquier obstáculo. Este último tramo no es sencillo, pero cuanto más tiempo esperemos peor será, el camino se endurece a medida que esperamos y ya no se puede retroceder. Hemos de dar el gran salto y esperar para comprobar si hemos caído sobre un colchón mullido o sobre la camilla de una ambulancia.

No sé si realmente quiero saberlo, sólo sé que cada vez las espinas penetran más en mí y ya no puedo resistir más el dolor.
No quiero pensar en lo que pueda acontecer, sólo deseo que si acabo en una camilla seas tú la que coja mi mano.
No quiero creer que no puedo cruzar el último obstáculo, pero deseo que si es así, seas la última imagen grabada en mi retina.
Ya no sé cómo, dónde ni porqué comencé este sendero, pero cada vez que escucho tu dulce voz creo que merece la pena continuar adelante, que no importa lo que pase y que necesito saber si llegaré a la meta.

La respuesta puede que sea el fin, pero prefiero morir por un sueño que vivir sin él.

# La Perla Negra #

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