Por razones que desconozco dejé de escribir. Poco a poco. Por despiste, por vagancia. Olvidé lo que gratifica que un montón de amigos y desconocidos escruten los significados ocultos entre líneas, buscando eso que intuyen que no me atrevería a decir.
Lo cierto es que hay pocas cosas que no me haya atrevido a decir en este escaparate. He relatado añoranzas por seres queridos fallecidos, ilusiones solitarias, pasiones compartidas, recuerdos de niñez. Y sin embargo, siempre escribí ficción. Los que me conocen saben que, aunque sí que en cierto momento tuve esa ilusión, lo de ser escritor siempre me ha parecido algo inalcanzable y para lo que se requiere una constancia que nunca he practicado.
Por razones que desconozco, sintiéndome bloqueado y atrapado, me parece que convertir de nuevo la escritura en vía de escape pueda ser una ayuda. Para resituarme y reconstruirme. Para volver a ser lo que quizá no había conseguido ser. Para colocar de nuevo la vida en su sitio, entre el hambre y la comida.
Por razones que desconozco, casi por impulso, he decidido retomar este espacio y convertirlo en lo que en realidad siempre debió ser: un espacio personal. Así que con esta parrafada que os he soltado, doy por reinauguradas las sombras, doy por reconvertida su misión.
Que se apague la luz, que se encienda el camino.