En cada texto que no escribo, se esconde el miedo a que las palabras me superen. En cada frase, agazapado, un temor.
Soy un niño llorón que no quiere escribir palabras huecas.
Soy un soñador que mirando al futuro tiene pesadillas. Y el pánico a encontrarlas de frente me hace maquillarlas. Como esas nubes que blanquean un cielo completamente azul, sabiendo que pronto serán grises; el cielo, negro; y los rayos nada podrán.
Si eso escribiese, si cada suspiro y cada beso fueran atrapados en un papel, si rememorara cada instante en que te amo, nada sería lo que ahora escribiría.
Tengo pánico a que las palabras digan más que los sentimientos, porque aunque me pasara la vida escribiéndolos de nada servirían si no las viviéramos entre los dos.
No puedo escribirte un verso que te ame, porque el que te ama soy yo.
La senectud de Linmer 