Habitación sin luz

Habitación sin luz,
noche de apagada luna nueva,
sincera soledad.

Vuelvo a buscar en la
inmensidad de ese negro cielo,
la luna juega al escondite.

Las estrellas se desvanecen
como la fina nieve,
atraviesan el velo azabache
y se me ocultan.

Espacio vacío, lleno
de dolorosos
recuerdos transparentes,
invisibles.

La puerta esta bloqueada,
no hay llave,
sin embargo, lentamente,
se entreabre.

Sólo entra un sonido,
amortiguado,
como el derrame de miel,
enormemente silencioso.

La melodía exterior,
acentuándose,
empuja la puerta,
arroja dorados rayos,
extrae tiempo.

El tiempo vuela atrás,
como la arena en el desierto,
dunas de recuerdos,
cálido brillo los va sustituyendo.

Saber que existes abre la puerta.
Tu pelo es el viento que arranca recuerdos.
La melosa cascada que susurra es tu voz.
Tus labios son la luz que calienta.
Perfectos dientes encienden el negruzco cielo.
Tus manos acompañan a la luna.

La habitación es mi vida, y tú,
mi musa en la inmensidad del eterno deseo,
la melodía que nace donde mueren las estrellas
y que obliga a mi alma a clamar «te quiero».

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